Novelas yucatecas que serían grandes películas épicas

La literatura yucateca es sorprendente debido a la enorme riqueza histórica, cultural y social que existe en el sureste mexicano, y aún más impresionante es que la primera novela histórica escrita en el país, titulada “La hija del Judío”, salió de la pluma de un autor yucateco: Justo Sierra O´Reily, quien fácilmente pudo haber sido guionista de grandes películas épicas, con escenas de acción, intriga y protagonistas dignos de la gran pantalla.

Otras obras literarias de este género le siguieron el paso, mezclando acontecimientos reales con pinceladas de ficción y drama, que sin duda son un verdadero deleite para los lectores.

La magia de dichas narraciones logran transportar al lector hasta la romántica y también turbia época colonial, a través batallas, misterio, amoríos y muchos otros temas diversos e interesantes; sin olvidar que representan un invaluable compendio de datos históricos acerca de Yucatán.

A continuación, te presentamos tres de estas maravillosas novelas:

1.- “La hija del judío” (Dr. Justo Sierra)

Se trata de la primera novela histórica mexicana. Fue escrita por Justo Sierra O´Reilly y narra las vicisitudes de una joven que, como bien dice el texto, es señalada por ser la hija de un judío, algo que era repudiable ante los ojos de la Corona.

Avaricia, engaño, torturas, persecuciones, heroísmo, venganza, terror y sorprendentes giros en la trama son los ingredientes de una novela que te mantendrá con los ojos pegados a sus páginas.

2.- “Ocho años entre salvajes” (J. Baltazar Pérez)

Esta obra narra la historia de Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar dos españoles que naufragaron cerca de las costas mayas y tienen que sobrevivir a diferentes obstáculos en una tierra que es desconocida para ellos y entre gente con una cultura muy diferente a la suya.

La historia cuenta con romance, aventuras y hasta acción puesto que se narran las pericias militares de los enfrentamientos entre mayas e ibéricos, así que es un libro que bien podría convertirse en una película épica.

3.- “La venganza de X´Zazil” (J. Baltazar Pérez)

Se trata de la continuación de “Ocho años entre salvajes”, pero esta vez la narrativa se centra en las acciones de la esposa y los hijos de Gonzalo Guerrero. La acción y las intrigas no faltan, así como las maravillosas descripciones de lugares y costumbres mayas que nos adentran al mundo prehispánico de una manera que pocas veces hemos visto en la pantalla grande.

Algunos otros grandes títulos de la literatura yucateca son: “La cruz y la espada” (Lic. Eligio Acnona), y “El Filibustero” (Lic. Eligio Ancona).

¿Por qué fueron destruidos los códices mayas? Esta es la respuesta del fraile que tomó la decisión

Fray Diego de Landa es visto como el mayor responsable del llamado Auto de Fe, en el cual fueron quemados, no sólo ídolos mayas, sino también documentos importantes de la que fue una de las principales civilizaciones mesoamericanas.

Este religioso nació el 12 de noviembre de 1524 en Cifuentes, España y su vida comenzó a ser documentada a partir de los 17 años, cuando ingresó a la orden franciscana.

Se sabe que arribó a la península de Yucatán en 1549 y trabajó en la evangelización de los naturales de la región, donde fungió como Custodio en 1556, y Provincial en 1561, para luego convertirse en obispo de Yucatán, de 1572 a 1579.

De forma paradójica, aunque fue el principal impulsor de la destrucción de los códices, el franciscano también elaboró un manuscrito que contiene valiosos registros acerca de las costumbres, rituales, alimentación, vestimenta, y otros muchos aspectos de los antiguos habitantes del Mayab. El documento fue nombrado sencillamente: “Relación de las Cosas de Yucatán”.

Es justamente en dichas anotaciones que el religioso narra el método con el cual los naturales de Maní, y en general, los de toda la Península, fueron convertidos a la fe católica.

De esta forma lo expone el clérigo en su libro: (Cabe destacar que algunas expresiones a continuación no corresponden al lenguaje coloquial de hoy en día, de modo que al final del texto hemos colocado un glosario, con la finalidad de entender mejor las palabras antiguas).

“Que la manera que se tuvo para adoctrinar a los indios fue recoger a los pequeños de los señores y gente más principal, poniéndolos en torno de los monasterios, en casas que cada pueblo hacía para los suyos. Y con estos niños se recogían los que venían a la doctrina; y estos niños, después de enseñados, tenían cuidado de avisar a los frailes de las idolatrías y borracheras, y rompían los ídolos, aunque fuesen de sus padres…”, escribió Landa.

Y es que los habitantes de Maní tuvieron una relación muy cercana con los extranjeros, pues según el escritor y periodista Vicente Calero Quintana, su rey: Tutul Xiú, descendiente de la familia real de los toltecas, viajó el 23 de enero de 1541 hasta la ciudad de Thó para aliarse con Francisco de Montejo, “El Mozo” y sus hombres.

Sin embargo, la propagación del catolicismo entre la población no fue tan sencilla, como era de esperarse y el propio fray Diego lo narra de esta forma, al tocar el de lleno el tema del famoso Auto de Fe, realizado en 1562:

“Que estando esta gente instruida en la religión, y los mozos aprovechados, fueron pervertidos por los sacerdotes que en su idolatría tenían, y por los señores, y tornaron a idolatrar y hacer sacrificios, no sólo de sahumerios, sino de sangre humana, sobre lo cual los frailes hicieron inquisición y pidieron la ayuda del alcalde mayor, prendiendo a muchos y haciéndolos procesos.

Y se celebró un auto de fe en que se pusieron muchos cadalsos encorozados.

Muchos indios fueron azotados y trasquilados, y algunos ensambenitados por algún tiempo…

Y otros, de tristeza, engañados por el demonio, se ahorcaron, y en común mostraron todos mucho arrepentimiento y voluntad de ser cristianos.”, se detalla en el manuscrito.

En su sitio web, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, (INAH), cita a Justo Sierra al detallar que fueron alrededor de cinco mil los ídolos destruidos, mientras que los códices quemados fueron incontables.

Maní: El pueblo maya que experimentó la ira de la Inquisición

En el estado de Yucatán, a unos 90 kilómetros de Mérida, su capital, se ubica uno de los asentamientos humanos más antiguos del Mayab: Maní.

Significado de la palabra Maní:

Este término hace referencia a la palabra Manik (día del calendario maya alusivo al venado), aunque otros lo traducen como “lugar donde todo pasó”.

Poderío maya en Maní:

La información pública proporcionada por la Secretaría de Turismo determina que gracias a las exploraciones realizadas en Tipikal, es posible estimar que entre los años 100 y 400 antes de Cristo ya existían asentamientos humanos en Maní.

Tras la llegada de Aj Mekat Tutul Xiu en el año 869, procedente de Nonohualco, la zona fue controlada por la dinastía de los Xiues, quienes conformaron el último cacicazgo establecido en el Mayab precolombino, y cuya área de influencia se extendió a Uxmal, Mayapán.

Las consecuencias de la Inquisición

Debido a la posterior intervención europea en territorio americano, la historia de Maní se entrelaza fuertemente con la de Fray Diego de Landa, quien es visto como el mayor responsable del llamado “auto de fe”, en el cual fueron quemados muchos ídolos y la mayor parte de los códices mayas.

El propósito de este acto fue hacer que los habitantes del Mayab abandonaran por completo sus creencias religiosas y abrazaran la fe católica.

Legado católico en “el lugar donde todo pasó”:

Después de tantos años, aún se encuentra en pleno funcionamiento la iglesia de San Miguel Arcángel.

Se trata de un templo construido con altos muros de cal y canto. En ellos es posible observar algunas piedras labradas que pertenecieron a los antiguos edificios mayas, antes de ser usadas para edificaciones coloniales.

Este bello recinto está conformado por una sola nave, con bóveda de cañón corrido, cuyos retablos interiores fueron restaurados en 2003, según se detalla en información publicada por el INAH.

El conjunto arquitectónico es completado por un claustro-fortaleza, una capilla abierta, un huerto y  el atrio, que mide más de siete mil metros cuadrados.

La superficie total abarca 20 mil 500 metros cuadrados, 1,500 menos que la explanada del zócalo de la Ciudad de México.

Caminar entre los pasillos de este lugar y admirar sus detalles es una experiencia capaz de transportar al visitante a otro tiempo y lugar; uno que si bien fue convulso, también dejó grandes enseñanzas y honda huella en la identidad del Yucatán contemporáneo.

Un pueblo mágico y vivo, apegado a sus raíces

Actualmente, Maní es una población hermosa y pintoresca, con una fisonomía envuelta en un primoroso ambiente de villa colonial. Las calles del centro son flanqueadas por pequeñas casas de colores y, como ya pudimos ver, el lugar es coronado por el hermoso conjunto sacro construido por los frailes.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el número total de habitantes es aproximadamente 5,637, y es muy notable que, de ellos, 4,118 dominan la lengua maya.

Otros atractivos de Maní

Destaca un cenote al interior de una caverna, y aunque no cuenta con acceso para nadar, debido a su estructura, sí es posible visitarlo.

Muchos lugareños afirman que metafóricamente es una entrada al inframundo. 

Otro aspecto que hace destacar a la ciudad de Maní en el estado es un platillo delicioso llamado Poc-Chuc. Se trata de carne asada al carbón, tal como lo indica su nombre, puesto que la palabra poq, significa asar en maya, y chuc, carbón. 

Una gran variedad de restaurantes y fondas ofrecen este platillo en la localidad.

En cuanto a las tradiciones populares de los actuales pobladores, la fiesta más importante se realiza cada año del 15 al 24 de agosto, y es en honor de la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de la Asunción. Aunque la fiesta del santo patrono, San Miguel Arcángel, es celebrada por la iglesia católica el 29 de septiembre en todo el mundo.

Debido a su belleza y los tesoros históricos que aún resguarda, Maní ostenta, desde el 1 de diciembre de 2020, el título de pueblo mágico, y en verdad es un lugar encantador y lleno de historia que vale la pena visitar.

Ex Hacienda Anicabil, hermoso sitio recreativo

La ex hacienda Anicabil es, desde el 2009, un hermoso parque lleno de árboles y algunos vestigios de sus antiguas funciones tanto en la época prehispánica como en la colonial.

Los vecino suelen llevar ahí a los niños y sus mascotas para pasar una tarde agradable corriendo, manejando bicicleta o disfrutando de sus bancas bajo la sombra de los grandes árboles.

Ubicación

Una hacienda que no fue henequenera

Antes de la época colonial, los terrenos de Anicabil fueron parte de un asentamiento maya que existió entre el preclásico tardío (400/300 a.C.-250 d.C.) hasta principios del posclásico (1100-1532 d.C.).

A mediados de la Colonia el asentamiento prehispánico fue desmantelado, y en el siglo XVIII fue levantado el casco de la hacienda.

Durante esta época la hacienda Anicabil se dedicó a la producción de carne, cueros, miel, cera de abeja, frutos y hortalizas. Los productos eran enviados a la ciudad de Mérida, pero luego de la guerra de castas pasó a formar parte de la hacienda henequenera de Susulá.

Hoy en día aún se conserva la casa principal, que no es muy grande, y destaca por estar construida sobre un antiguo basamento maya de aproximadamente 30 metros de largo y 12 de ancho.

También se pueden ver una noria, el abrevadero, canales de agua y el arco de la entrada principal.

La hacienda llegó a contar con el sistema de transporte llamado “Truck”.

Aquí te dejamos algunas fotografías del lugar captadas por la lente de Carmen López – @cllcabrera19a19:

El parque eco-arqueológico Xoclán en Ya’axtal

El parque eco arqueológico Xoclán forma parte de Ya´axtal, una red de parques y áreas verdes habilitadas por el ayuntamiento, donde fueron encontradas aproximadamente 30 estructuras prehispánicas, algunas de las cuales pueden verse en la actualidad pues han sido parcialmente reconstruidas.

También destaca un sacbé de 12 metros de largo construido con piedras megalíticas, que conduce a una plaza o cuadrante dentro de la parte más densa de la zona arqueológica. Los investigadores suponen que unía a la ciudad de Xoclán con Tho.

Los caminos de terracería de este enorme parque son un atractivo para quienes practican ciclismo o simplemente para los amantes de caminar en un entorno lleno de naturaleza y vegetación.

Si eres amante de la aventura puedes visitar Ya´axtal y el parque Eco arqueológico de Xoclán, preferentemente en bicicleta y con ropa cómoda, de esta forma tendrás grandes emociones sin tener que salir de la ciudad.

La centenaria colonia Jesús Carranza

En el nor-oriente de la ciudad de Mérida se encuentra ubicada la colonia Jesús Carranza, una zona habitacional que tiene ya con más de 100 años de existencia.

Sus orígenes se remontan a la época de oro de la producción de henequén en el estado de Yucatán. En aquella época la ciudad comenzó a crecer en número de habitantes de modo que comenzaron a surgir nuevos suburbios con una planificación más moderna y para sectores económicos más modestos.

La primera de estas colonias fue la García Ginerés y posteriormente, en 1917 inició la construcción de la Carranza durante el gobierno de Salvador Alvarado.

Los terrenos elegidos fueron los de la hacienda Petcanché que colindaban con “La Plancha” pues fueron los ferrocarrileros quienes solicitaron la construcción de una zona residencial que les permitiera vivir cerca del lugar dónde laboraban.

Se trataba de un trazo con 40 manzana de 100 metros cada una y con calles de ocho metros de ancho.

El nombre de la colonia fue propuesto por Salvador Alvarado y se debió a que el General Jesús Carranza, hermano del presidente Venustiano Carranza, había sido asesinado en campaña por aquellas fechas.

La inauguración de este centro habitacional se realizó el 16 de septiembre de 1917 a las seis de la mañana, en medio de un acto protocolario en el que se izó la bandera nacional en el centro de la plaza.

Hoy en día, destacan en la colonia Jesús Carranza un gran número de comercios, la escuela Albino J. Lope, la iglesia y su gran parque que cuenta con canchas de fútbol, béisbol y básquetbol, además de un área de juegos infantiles, como podemos apreciar en estas imágenes que te presentamos a continuación:

El barrio de Santa Ana y su encanto colonial

Uno de los rincones de Mérida que aún conserva parte de su arquitectura colonial es el barrio de Santa Ana, un sitio que destaca por su atractiva iglesia edificada en el siglo XVIII en el norte del centro histórico.

Plazuela de Santa Ana

El templo colinda con una plazuela que suele ser muy concurrida debido a su cercanía con el Paseo de Montejo y la presencia de un bullicioso mercado en el que se pueden degustar distintos platillos típicos del estado de Yucatán, tales como panuchos, salbutes, tortas y tacos de cochinita, relleno negro, etc.

Todo este conjunto se ubica sobre la calle 60 entre 45 y 47.

La Iglesia de Santa Ana

La primera piedra fue colocada el 21 de enero de 1729 por el entonces gobernador y capitán general de Yucatán, Antonio de Figueroa y Silva, apodado “El manco”. El recinto religioso fue concluido el 10 de agosto de 1733.

Fotografías de la iglesia de Santa Ana en 1974 y 2021, respectivamente.

Plazuela apacible

En el libro “Los parques de la Mérida colonial” de Carlos Cámara Gutiérrez, se indica que la plazuela recibió el nombre de Andrés Quintana Roo en el año de 1880 y en 1901 se construyó una fuente al centro de la plaza con una estatua conocida como “La Negrita”, la cual fue removida y trasladada a San Juan en 1917.

Actualmente, la plazuela de Santa Ana está custodiada por la figura de Andrés Quintana Roo, mirando hacia la iglesia.

Datos curiosos

Este barrio surgió a partir de una población prehispánica y es probable que la iglesia se haya levantado sobre una plataforma maya. En la época colonial, este sitio fue habitado por artesanos y jornaleros.

Existieron también dos arcos construidos sobre el camino que iba de la iglesia de Santa Lucía hasta Santa Ana y que fueron demolidos posteriormente.

En 1915 sobre la calle 60, en el predio número 417, abrió sus puertas el cine Pathé, posteriormente conocido como “Encanto”. Este fue uno de los primeros cinemas de la ciudad.

Cuatro años después, en la calle 60 con 47, se inauguró el “salón Montejo” donde el público podía disfrutar de películas y operetas.

Un vistazo al antiguo barrio de San Cristóbal

El barrio de San Cristóbal es uno de los más antiguos de la ciudad de Mérida y destaca en el Centro Histórico por su hermosa iglesia y también por ser muy concurrida, sobre todo en diciembre, debido a las fiestas de Nuestra Señora de Guadalupe, que se celebran el 12 de dicho mes.

Primeros años

Los primeros habitantes de esta zona fueron indígenas provenientes de Azcapotzalco, quienes llegaron con Francisco de Montejo durante la conquista. La plazuela se ubica entre las calles 69 y 50.

Hermosa iglesia colonial

Lo más admirable de este barrio es su monumental iglesia colonial, sede de la parroquia de San Cristóbal, que fue consagrada a la veneración de nuestra señora de Guadalupe desde el año 1797, cuando la construcción ni siquiera había concluido.

El interior es espacioso y cuenta con un coro alto, cúpula adornada con vitrales, y en los costados es posible apreciar las escenas de las apariciones guadalupanas, pintadas en los muros.

La plazuela

La plazuela que se encuentra frente al templo católico lleva el nombre de Allende en honor a Ignacio Allende, cuyo busto se encuentra en el costado de la calle 69.

Anteriormente, en 1883, fue nombrada de la Reforma y llegó a albergar tablados taurinos, hasta que en el año de 1910 fue trazada de manera formal.

Según lo plasmado por Carlos Cámara Gutiérrez en su libro Los Parques de la Mérida Colonial, el sitio se transformó, alrededor de 1925, en un parque agradable, limpio y muy bien iluminado. Más tarde fue tomado por una gran cantidad de jóvenes que se reunían para practicar patinaje.

En 1970 se realizó una remodelación al parque, el cual está dotado actualmente de juegos infantiles, bancas y espacios arbolados.

Justo frente al parque se encuentra aún el edificio de lo que fue el cine Esmeralda, posteriormente convertido en estacionamiento.

La iglesia de Lourdes y su gruta artificial

En el oriente del centro histórico de Mérida, se encuentra una iglesia que destaca por su hermosa arquitectura y que está dedicada a Nuestra Señora de Lourdes; también es conocida por tener, a un costado, la réplica de la gruta en la cuál se apareció la virgen María en Lourdes, Francia.

Ubicación

Esta bella iglesia se encuentra en la esquina de la calle 65 con 38.

Hermoso templo del siglo XIX

El templo de Nuestra Señora de Lourdes comenzó a construirse el 11 de febrero de 1889 y su consagración se realizó hasta el 9 de febrero de 1908. El proyecto fue recibió el apoyo económico de la señorita Loreto Peón y Peón.

Era propiedad del entonces obispo Carlos de Jesús Mejía pero posteriormente se lo traspasó al señor Arturo Peón Aznar por la suma de 35 mil pesos.

Consta de tres naves al interior delimitadas por dos filas de columnas. Sus pisos son de mosaico y su techo de plafón de madera llama poderosamente la atención.

También destacan sus diversos vitrales y su altar.

Réplica de la gruta de Lourdes

A un costado de la iglesia se construyó una réplica de la gruta donde apareció la Virgen María en Lourdes, Francia. Esta gruta artificial fue un proyecto del padre Antonio Tovar Velasco que llevó a cabo el ingeniero Hernán Repeto.

La construcción se concluyó el 31 de agosto de 1952 y fue bendecida el 6 de diciembre del mismo año por el arzobispo Dr. Fernando Ruiz Solórzano. En 2006 el padre Alfonso Zapata Acosta promovió su remodelación, la cual fue bendecida el 10 de febrero.

En el interior de la caverna se encuentra una imagen de bulto de Nuestra Señora de Lourdes y un altar debido a que el lugar está habilitado como presbiterio.

Chen Hó, un parque arqueológico en Mérida

La ciudad de Mérida tiene en su interior varios sitios arqueológicos y uno de ellos se llama Chen Hó, un lugar de acceso libre, excelente para visitar con toda la familia en un fin de semana.

En este sitio uno pude hacer picnic, pasear a las mascotas, andar en bicicleta y llevar a los niños a retozar.

Ubicación

Chen Hó está ubicado en el Fraccionamiento del Parque, justo en el interior del Parque Recreativo de Oriente.

Vestigios de una plaza

Las ruinas que se encuentran en Chen Hó son plataformas de poca altura que habrían sido residencia de algunos señores importantes de la población y la construcción que más destaca por su elevación habría funcionado como templo. Los vestigios están colocados de tal modo que forman un plaza.

Se estima que este lugar pudo haber sido habitado durante 500 años y las ruinas fueron rescatadas durante la construcción del Fraccionamiento del Parque en la década de los noventa.

En cuanto a la arquitectura, se sabe que habría sido similar al estilo Izamaleño (grandes piedras) y al de Uaxactún en Guatemala.

Significado de Chen Hó

Los investigadores decidieron nombrar a este lugar como Chen Hó, ed decir “Pozo de Mérida, debido a que en el sitio se encontró el brocal de un pozo artificial. “Chen” significa pozo y “Ho” hace referencia a “Jo” o “Tho”, como se le conoce a la población prehispánica sobre la que fue fundada la ciudad de Mérida.

Hallazgos

La placa informativa colocada por el ayuntamiento en el parque nos indica que durante los trabajos realizados en Chen Hó por los expertos, fueron encontrados algunos metates y cerámica doméstica como platos, cuencos y ollas, así como diversos entierros con sus respectivas ofrendas.

Se piensa que en aquel poblado maya se elaboraba cal o cerámica puesto que ahí fueron encontrados los restos de lo que habría sido un horno.